A pesar de que nunca sabremos el número exacto de ejecuciones que tuvieron lugar en España bajo acusación de brujería, ya que muchas fuentes documentales han sido destruidas, sí está bien documentado que en un solo siglo al menos 300 personas, la mayoría mujeres, fueron arrestadas, a menudo brutalmente torturadas y públicamente colgadas o quemadas vivas en Euskal Herria, Cataluña, Aragón entre 1535 y 1650.

También sabemos que estos asesinatos fueron parte de una vasta persecución impulsada por el Estado y la Iglesia que durante tres siglos sembraron el terror en muchas comunidades a lo largo de la Europa occidental, llevando a la muerte a miles de mujeres. Además, ya en el siglo XVI los misioneros habían llevado la caza de brujas al «Nuevo Mundo» como instrumento de conquista y colonización, especialmente a Brasil, Colombia y Perú. Hubo acusaciones de brujería contra hombres y mujeres sometidos a esclavitud en las plantaciones americanas. Es evidente, pues, como han denunciado las feministas, que la caza de brujas de los siglos XVI a XVIII fue un fenómeno histórico mundial de máxima importancia, crucial para doblegar la rebelión contra el sometimiento y para la definición de la posición social de las mujeres en el desarrollo del mundo capitalista.

Por este motivo, cabría pensar que un hecho histórico tan extraordinario debería haber movido grandes esfuerzos e inspirado cientos de proyectos de investigación con el fin de descubrir sus causas y consecuencias y las condiciones económicas y políticas que lo hicieron posible. Pero como bien sabemos, nada más lejos de la realidad. Antes del movimiento feminista, solo unos pocos expertos habían abordado este tema, produciendo textos y artículos que han estado disponibles únicamente para un número de académicos limitado; y la historia de la caza de brujas nunca se ha incluido en ningún currículum académico, como si el asesinato legal de miles de mujeres acusadas con cargos claramente fabricados fuera un hecho sin relevancia histórica. Y lo que es aún peor, como en el caso del exterminio de las poblaciones indígenas nativas americanas, la caza de brujas que ha acompañado el nacimiento del capitalismo se ha convertido en un juego de niños y en una diversión, como en el caso de Estados Unidos, donde la noche de Halloween las niñas pequeñas se ponen «sombreros de brujas» y juegan al «trick or treat» (truco o trato).

En el momento en que las «brujas» se convierten en objeto de leyenda, juego, folklore, parte de un mundo imaginario de duendes y hadas, la bruja real/histórica, la campesina/artesana/proletaria/mujer esclava horriblemente torturada y asesinada se hizo invisible, eliminada de la historia e incluso ridiculizada. Para generaciones de mujeres, incluida la nuestra, este hecho ha significado la usurpación de una historia que nos habría ayudado a comprender el origen de nuestra subordinación social y la realidad de la sociedad en la que vivimos.

Con este encuentro hacemos hoy un llamamiento, reclamamos esta historia, reclamamos la memoria de esta persecución, porque el estado español no ha sido una excepción en el proceso de eliminación sistemática. De hecho, las visitas que algunas de nosotras hemos realizado a localidades donde han tenido lugar cazas de brujas revelan que la figura de la bruja se utiliza como objeto de lucro y como atracción turística. Triste y vergonzosamente, a ambos lados de la frontera entre Francia y España, se pueden comprar, junto con otros souvenirs, muñecas vestidas de brujas horribles, grotescas, con el sombrero y la escoba, con una sonrisa satánica. Y qué decir ante una muestra tan clara de misoginia y discriminación, ya que en la bruja es también la mujer anciana la que está siendo condenada al ostracismo. ¿Os imagináis que a la salida de Auschwitz vendieran muñecos representando y ridiculizando a los presos asesinados en los campos de concentración? Si no, ¿por qué se tolera esta obscena comercialización de una auténtica matanza?

También nos ha decepcionado la representación que se ha hecho de las «brujas» en algunos museos específicamente creados para ilustrar la historia de la caza de brujas. Nos parece que, en lugar de hacer una reconstrucción histórica seria, se ha hecho un relato mistificador, por ejemplo retratando la caza de brujas como una vieja lucha entre la razón y la superstición, una imagen que de nuevo oculta quiénes eran las víctimas de esta persecución, y no se cuestiona por qué al inicio de la era moderna vivimos una guerra contra las mujeres.

Siempre se ha dicho que lo que no se recuerda se repite. Y en efecto, en varias partes del mundo, al menos desde los años 90, hemos asistido a una nueva caza de brujas que ya cuenta con miles de víctimas y que de nuevo está dirigida principalmente contra las mujeres.

Por eso hemos decidido no quedarnos calladas. Recuperar la historia de las «brujas», que para muchas de las que procedemos de Europa y América es la historia de nuestras bisabuelas, también es necesario para comprender la onda global de violencia que ha acompañado el proceso de «globalización» y que tiene todas las características de una nueva caza de brujas.

Es para discutir sobre estas cuestiones por lo que hemos convocado este encuentro y organizado un recorrido por Euskal Herria. Este proyecto ya ha dado importantes resultados. Varios grupos de mujeres se están reuniendo para leer y discutir los materiales disponibles sobre la caza de brujas en España, teniendo en cuenta en todo momento su conexión con el presente. También hemos empezado a reunir de una manera más sistemática libros, artículos y material de archivo y a contactar con personas que trabajan en archivos con documentos valiosos y que estarían disponibles a enseñarlos a cualquiera que esté interesado. Con este encuentro pretendemos llegar más allá e invitar a las autoridades culturales interesadas, con la esperanza de que reconozcan la validez de nuestras críticas y nos ayuden a construir una historia de la persecución de las «brujas» más rigurosa y ajustada, pues mucho lo que podemos aprender de ello nos ayudará a comprender el origen de la violencia que está afectando a las mujeres y a otros grupos oprimidos hoy.

Silvia Federici.